Ya lo decía Daniel Goleman, “Al menos el 80% del éxito en la edad adulta proviene de la inteligencia emocional”. ¿Tenemos identificadas qué competencias clave o habilidades requiere tener una persona para que su desempeño sea sobresaliente?
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Recientemente ha finalizado el curso escolar, y en una tutoría con la tutora de mi hija, que tiene 7 años y está en 2º de primaria, más que hablar sobre contenidos académicos, hablamos de su desarrollo en ciertas habilidades, como, por ejemplo, la flexibilidad para aceptar otros puntos de vista o formas de hacer las cosas. Su orientación a la búsqueda de soluciones, cuando le surgía un problema. Su autonomía, a la hora de tomar ciertas decisiones, sin tener que buscar confirmación o refuerzo constantemente de un adulto. Y, por último, pero no por ello menos importante, su empoderamiento, autoestima y asertividad. ¿A quién no le gustaría tener todas estas habilidades?
Por centrarnos en una de ellas, la asertividad, es una habilidad clave a la hora de comunicarnos y que incluso los adultos manejamos con soltura en general. Parece difícil trabajar esto con niños y niñas tan pequeños, pero la imaginación y la creatividad, te abren la mente a nuevas formas de hacer las cosas. La forma en la que lo trabajaron era muy sencilla, e incluso para un adulto es adecuada, por esta razón lo comparto.
Al estilo agresivo lo llamaban estilo dragón, al estilo pasivo, estilo tortuga y al estilo asertivo, estilo niño. Una vez habían identificado su estilo, hacían varios “role plays”, en los que tenían que utilizar un estilo opuesto al suyo natural, para experimentar cómo se sentían interpretando un estilo diferente al suyo, y finalizaban el ejercicio de “role play”, practicando también el estilo asertivo. Para concluir el trabajo, debían recibir el feedback de sus compañeros y compañeras, para verificar si el estilo que ellos creían que tenían, se correspondía con lo que los demás percibían.
¿Y vosotros, qué estilo tenéis, sois dragón, tortuga o niño? Si pedís feedback a vuestros compañeros y compañeras de trabajo, amigos/as o colaboradores, ¿qué opinarían? ¿sabemos realmente cómo nos perciben los demás?
Si tienes dudas, pregunta. El otro día leí una frase que decía: “¿y si en lugar de hacer miles de suposiciones, haces una sola pregunta?” Me pareció totalmente acertada, porque es una práctica que veo a diario en las organizaciones. Practiquemos esto, es un hábito que seguro puede generar un impacto muy positivo en la mejora de todo aquello que hacemos.
Volviendo al tema de las soft skills, como las llamamos en el argot de RRHH, si no hemos tenido la suerte de trabajar en el desarrollo de nuestras habilidades desde pequeños, no nos queda otro remedio que hacerlo de adultos, ya que llegamos a nuestra vida profesional con grandes carencias. Como consecuencia, pasamos gran parte del tiempo formándonos y entrenándonos para conseguir tener un nivel de competencia óptimo.
Todavía, a veces seleccionamos para un puesto o una promoción, a las personas por su conocimiento técnico, y estas mismas personas, que son expertas en un área específica, fracasan en sus posiciones, no por falta de conocimiento si no por falta de habilidad, a la hora de resolver conflictos, comunicar, empatizar, colaborar o incluso tomar decisiones.
Por esta razón, es clave definir bien los puestos que vamos a cubrir, no sólo en cuanto a sus funciones, si no, también, qué habilidades son clave para que la persona desempeñe el puesto con éxito.
Los conocimientos, pueden adquirirse con compromiso y dedicación de una forma relativamente sencilla, pero ciertas habilidades, cuando no las has entrenado previamente, su aprendizaje es mucho más lento, porque se necesitan muchas horas de práctica hasta conseguir su dominio.
Sandra Mata Tormos
Responsable RRHH Zona Sur- Este
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