¿Se nos hacen duros los cambios por enfrentarnos a lo desconocido? Siendo conscientes de cómo enfrentarlos, ¿sería un proceso más llevadero? Probablemente no, pero conocer sus etapas nos ayuda a enfrentarnos y gestionarlos de la mejor manera posible.
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Hace ya varios años viví uno de los mayores momentos de cambio que han ocurrido a lo largo de mi vida. Simultáneamente, a mi madre y a mi padre les diagnosticaron sendos tumores. En el caso de mi madre, cáncer de mama, y en el caso de mi padre, un condrosarcoma en la escápula. La buena noticia, todo salió bien. Sin embargo, el proceso fue duro y, sobre todo, desconocido.
Enfrentarse a una situación de cambio nunca es fácil, va mucho más allá de las frases que todos escuchamos como “salir de la zona de confort” o “pensar fuera de la caja”; es enfrentarse a una situación que escapa de nuestro control, y como tal afrontarla. Y esto es válido tanto en el ámbito personal como en el cambio evolutivo que han de dar las empresas.
La psicóloga Elisabeth Kübler-Ross plantea un modelo que ayuda a ser consciente de las etapas que vivimos durante los períodos de cambio, y que, en el caso de los procesos de cambio en las empresas, es necesario que aquellas personas que lideren estas situaciones sean conscientes y acompañen a los empleados que se encuentran inmersos en estos procesos.
La primera etapa es la del shock, y seguidamente la negación. Pensamientos como esto no puede estar pasando, esto no es así, está mal son normales, y como tal han de ser gestionadas.
Seguidamente, nos encontramos con la etapa de la resistencia. Cuando empezamos a tomar conciencia de que ese cambio es una realidad, es difícil que lo aceptemos de inmediato. Lo manifestamos con quejas o confrontaciones directas. Aún me recuerdo quejándome y diciendo que las sesiones que habían pautado para el tratamiento de mis padres no tenían ni pies ni cabeza y, desde luego, que así no se podían hacer las cosas.
Es aquí, donde las personas tenemos la capacidad de decidir. Podemos continuar en este frente de resistencia o avanzar a la siguiente etapa, la de exploración. Hay una frase de Alexei Tolstoi que, personalmente, creo que explica muy bien cómo pasar a la siguiente fase: “Todo el mundo piensa en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”.
Tener la autoconciencia necesaria para ver cómo evolucionar en el cambio realmente marca una diferencia. Ser consciente de qué cosas están bajo nuestra área de influencia y tomarlas bajo nuestra responsabilidad es lo que realmente hará que la evolución ocurra.
La exploración se refiere a empezar a vivir la nueva situación, una vez ocurre el punto de inflexión en el que aceptamos el cambio. Los líderes y agentes del cambio deben acompañar a las personas en esta exploración, es el momento de celebrar los éxitos conseguidos, aunque sean pequeños. Es aquí donde ocurre el cambio de actitud, donde comienzan a sumar las acciones que hacemos y poco a poco avanzamos.
Por último, se encuentra la etapa de aceptación y mejora. En esta fase se muestran ya los resultados positivos de todo proceso de cambio, y aunque el camino hasta esta se hace difícil, es muy satisfactorio ver cómo se llega hasta esta etapa.
La realidad es que el cambio en nuestro entorno es la única constante, y aquellas empresas que evolucionen serán aquellas que sean capaces de avanzar a la etapa de exploración y no quedarse en la resistencia.
Las empresas evolucionan cuando lo hace su mayor activo, las personas. Es por eso por lo que corresponde a los líderes el acompañar durante esta travesía, y ayudar a avanzar en cada una de las etapas.
Las cosas, por sí solas, no cambian. Cambiamos las personas.
Sofía López López
Directora de Proyecto - Desarrollo de Red
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